La práctica fotográfica puede tener diferentes finalidades: documentar un hecho, registrar un momento familiar, servir de evidencia científica, ser medio de expresión artística y también ofrecer un recurso para el cuidado del bienestar personal.
En este última caso, la práctica ha ganado más adeptos en los años más recientes, en que a través de la fotografía se busca desarrollar la creatividad, la subjetividad y la gestión emocional. Esta práctica es conocida como fotografía terapéutica y es parte de los recursos que algunos psicoterapeutas utilizan en sus consultas.
Si por un lado tenemos el llamado “selfitis”, trastorno definido por algunos investigadores como un deseo compulsivo por la publicación de la propia imagen en redes sociales y la compensación por vacíos en la autoestima, por otro, tenemos la fotografía terapéutica que se realiza como un proceso de introspección.
En este caso, se busca una relación de observación de los propios sentimientos y percepciones con el entorno de forma consciente, permitiendo que la fotografía sea un canal de comunicación del mundo emocional.
Para que estas fotografías tengan sentido, es importante que las imágenes tengan una historia, que puedan ser comentadas y lidas de muchas maneras.
Tu visión se hará clara solo cuando mires en tu corazón. Quien mira hacia fuera, sueña. Quien mira hacia dentro, despierta.
Carl Gustav Jung
